Richard Sennettt es un sociólogo estadounidense adscrito a la corriente filosófica del pragmatismo  (Su concepción de base es que sólo es verdadero aquello que funciona, enfocándose así en el mundo real objetivo).

Para Sennett, el individuo tiene tres desafíos:

1 - Ser capaz de definirse a través de constantes mutaciones profesionales,

2 - Dar la talla en una sociedad en la que el talento ya no se valora y

3 - Buscar un lugar desde el cual mantener los vínculos con el pasado.

La globalización ha desencadenado nacionalismos y  mundialización. El marco del Estado nacional se ha hecho demasiado grande y demasiado pequeño. Lo que ocurre dentro de nuestras vidas está muy relacionado con desafíos, influencias y modas mundiales, o con la protección frente a ellos.

La ciudad rígida funcional pensada para tener ordenadas a las clases sociales apartadas unas de otras (la chusma no se mezcla con los pijos), las industrias concentradas en un lugar concreto, todo muy medido, casi militar (de hecho las tramas militares son lo predominante).

En cambio la flexibilidad se traduce en moldear la ciudad de otra forma más humana, dando también importancia a las vistas, a la relación entre individuos que además son más proclives al no anclaje a un espacio determinado.

Esto se traduce en un cambio en el tipo de ciudad capitalista rígida, y se convierte en una ciudad ultraflexible en la cual las empresas globales no están físicamente en un solo espacio físico (hay Mc Donald´s en todo el mundo y las marcas globales no tienen sede fija) todo se va moviendo en función del interés económico (donde sea más barata la mano de obra), esto también ha provocado la precariedad y la pérdida de derechos conseguidos antaño.

Las ciudades pierden en este sentido valor en función de la pérdida de interés de las mega corporaciones o viceversa, adquieren un gran protagonismo por ese puntual oportunismo empresarial que hace que una aldea se convierta en una megapolis de la noche a la mañana.

Pero el hecho de que el trabajo sea también más inestable provoca una desafección de la ciudad, la convivencia de barrio se pierde dada la movilidad contínua y falta de estabilidad que provoca la excesiva flexibilidad que causa la precariedad laboral.

En este sentido, el trabajo de los urbanistas de hoy día debería de centrarse en crear ciudades que recuperen el apego por ellas, creando espacios para el disfrute de los ciudadanos sin renunciar al desarrollo globalizado.