Granada es una ciudad que nos pide mucho y nos devuelve aún mas. Nos obliga a introducirnos por calles sinuosas, estrechas, extrañas, pendientes y cuestas empedradas que incomodan al pisar sus cantos blancos, grises y negros. Pero a cambio del esfuerzo realizado al recorrer estas sendas se nos revela como una ciudad escondida a pie de calle, una ciudad hecha para ser vista desde la altura, por encima de los tejados que cobijan a sus miles de habitantes, aparece defendida por suaves colinas doradas, y protegida por agrestas montañas oscuras en verano y blancas en invierno.
Pequeños rincones escondidos solo al alcance de unos pocos, descubridos gracias al boca boca, alejados del ajetreo turistico, que invitan a la aventura. Sabias zonas que nos invitan al descanso y la contemplación de la ciudad.
Sin referencia a su Alcazaba, Granada es dificilmente reconocida por foráneos, por eso estos rincones nos enseñan el desarrollo de la vida real de la ciudad.