… Lo magico.

Parece como una cosa que nos maravilla porque sabemos que todo no es real sino que hay un mecanismo complejo que transforma lo real en magia sin que podemos o queremos descuvrir su secreto.

Por eso, la parte de la Calle Capuchinas que bordea la Plaza Romanilla me parece magica.

Sabéis que si seguistéis la calle entera, estaréis en una calle comúna. Sabéis que si paséis al otro lado de la plaza, encontraréis una calle simpática, pero sin otra calidad que sus terrasas turisticas bajo las palmeras...

Pero por un momento, saliendo de las calles estrechas de la catedral, podéis entrar en un sueño, mirar a las fachadas claras y coloridas, el rojo que responde al verde de las plantas, la luz suave que rebala sobre los parasoles blancos... Caminando, dejarse llevar por el ambiente de placer tranquilo y ligero de la gente comiendo, bebiendo, charlando bajo la sombra delicata de las terrazas... Y sobre todo, empezar el sueño en el aroma cautivadoro del herbolario y acabarlo en el olor tentadoro del mercadillo de frutos.

En el calor del día, la nieba de las terrazas acaba de construír el sueño amplificando a los perfumes y dejando su frescura húmeda sobre la piel.