Tras un inicio de texto pesimista y desolador, Koolhas comienza a dar una serie de  ideas acerca de cómo debe resurgir un urbanismo que hoy en día parece infravalorado hasta considerarlo muerto, de las cuales me gustaría comentar dos de ellas.

Por un lado habla de cómo la arquitectura consume espacio bajo su poder de seducción al poseer unos límites claros de los cuales el urbanismo, más genérico, carece. Sin embargo estos límites tan rotundos no hacen más que favorecen la vida individual por lo que el nuevo urbanismo tiene como función, bajo mi punto de vista, hacer ver a la arquitectura la importancia de los espacios colectivos y de los espacios “vacíos” que solo pueden ser llenados de forma natural con vida. Al igual que transmitirle la importancia de los lugares de tránsito entre los espacios colectivos y los privados de la arquitectura como lugares donde surge y se fomentan las relaciones.

Por otro lado me gusta cómo entiende que el nuevo urbanismo debe anclarse a lo ya existente para de ahí crear. “Nunca más se hablará de lo nuevo sino del incremento y la modificación”. En este caso creo que es el urbanismo el que puede aprender de la arquitectura en su ámbito de restauración. Estaría bien que antes de seguir creando nuevos lugares se revisara y diera vida a espacios, tanto históricos como contemporáneos, que actualmente carecen de ella.