Los ejes son un de los generador de espacio público que indica la dirección de la actividad, movimiento y agrupa los cuerpos, fachadas, acontecimientos en sus laterales. Un eje puede ser a la vez un centro. La ciudad Košice en Eslovaquia, por ejemplo, se ha desarrollado a partir de un eje longitudinal llamado La Calle Principal que en su principio unía dos puertas de la ciudad amurrallada. Este centro histórico conocido por su forma de lenteja vierte las calles transversales comunicándose con las calles paralelas que se iban formando a su rededor. Hoy en día es una zona peatonal con los carriles de bici en dos sentidos mientras que el tráfico rodado queda apartado en los ejes circundantes. A pesar de estar bordeada por las fachadas no sufre homogeneidad ya que no solo vibra de actividades sino también permite atisbar la vida en las calles transversales.

¿Podríamos hablar de un espacio público sin límites entonces? ¿Dónde está el límite entre en espacio público y el privado? ¿Debería de haber un espacio semi-público (semi-privado)? Un espacio gris que haga de transición del blanco al negro, o del negro al blanco. En mi pueblo casi todas las casas están cerradas en un recinto con su propio patio y jardín. No se entra directamente a la casa, es decir, hay un tránsito pero no es público. Atalbeitar, en cambio, se despliega en sus terraos y tinaos donde los habitantes del pueblo  disfrutan del „espacio gris“. La diferencia entre estos dos pueblos está en la seguridad. Es un reto llevar los terraos a las ciudades puesto que la seguridad en las ciudades sigue siendo un reto. ¿Entra la conciencia de la sociedad en nuestra competencia? ¿Cómo construir una ciudad más segura? Quizás sea una pregunta muy generalizada, dependerá seguramente de los casos particulares, pero creo que será una pregunta perenne. 

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