Rosa trata de llegar a la conclusión de que todos los planes urbanísticos tienen por hache o por be unos ejes, una trama geométrica, etc. Muchos sí que tratan de ser impuestos, pero quizás sí que es demasiada casualidad que se repita con tanta frecuencia. Es por eso que debemos preguntarnos, ¿y si en realidad estos ejes y formas geométricas resultan, al fin y al cabo, de una intención de dar orden, conexión, etc. a los espacios? Y es verdad, que siempre que hablamos de geometría o de ejes, estas palabras tienen una connotación de orden. Pero no únicamente en nuestra época, esto ya se remite a antiguas construcciones y a antiguos planes urbanísticos.

Sin embargo, cuando habla de la ecología es verdad que sí que existe un problema: en muchas ocasiones, en lugar de la adaptación a las condiciones del lugar lo que se produce más bien es una conexión poco meditada, y quizás se fracturan ejes naturales que podrían ser mucho más interesantes que un camino directo como puede ser una gran vía.

Se pone como ejemplo los planes Haussman y Cerdá, de París y Barcelona, respectivamente. Por ejemplo, pone de manifiesto esta convivencia de la ciudad y la naturaleza (las montañas) del segundo de ellos. Pero no solo son los ejes, dice Rosa, lo que determina una buena forma de hacer urbanismo. El mobiliario debe ser un elemento fundamental a la hora de proyectar una ciudad: “que ilumina las calles de París con gas para hacerla más bella y segura”. Sin embargo, pienso que el mobiliario no debe reducirse a cuestiones estéticas sino que debe responder a unas cuestiones funcionales. En el mismo ejemplo dice que estas farolas no se ponen así porque sí, sino para hacer las calles más seguras.

Más adelante en el texto trata de establecer diversos significados para la palabra eje, aunque en realidad casi todas las definiciones tienen algunas palabras clave que las acerca la una a las otras mucho más de lo que parece. Palabras como “enlace” o “conexión”, también se habla de “escala” o de “cicatrices”.