Hablando en el texto de la importancia de ir de lo general a lo particular, entiéndase que hablamos de las diversas escalas que puede abarcar el urbanismo, me gusta como Unwin deja de hacer diferenciación entre la arquitectura y el urbanismo. Comenta de hecho que el arte del emplazamiento y la composición del sitio (aspectos que podemos considerar más generales o lejanos, propios del urbanismo) han pasado a ser temas de arquitectura. Y por el contrario menciona las cornisas, vallas o muros como elementos tradicionalmente de la arquitectura pero que influyen directamente en la ciudad. Me parece importante no olvidar este detalle porque al ser capaces de llegar a la escala de la arquitectura desde el urbanismo conseguiremos hacer ciudades más amables y cercanas a las personas.

En este proceso de ir de lo general a lo particular Unwin introduce dos nuevos ámbitos. Aquello que clasifica dentro de “lo formal” (legislación, trazados, tradiciones clásicas…) y “lo informal” (lugar, edificación, contraste y diferencia). En el texto se recalca la idea de que la virtud está en la combinación de ambas. Sin embargo igual que comentábamos la semana pasada con el esquema en árbol, lo formal siempre resultara menos humano que lo informal, basado en las relaciones y diversidad propia de las personas.

Habla también de que en el urbanismo, como en la arquitectura, no es importante la idea como tal sino el hecho de que soluciona un problema que detectamos y gracias al orden y la jerarquía es capaz de hacerlo bello. Habla de los aspectos “útiles, hermosos y prácticos” del urbanismo. “Valora el detalle como acento y contrapunto”.