El ser humano ha sufrido siempre una extraña fascinación por las alturas, por alcanzar un cielo que, cuanto más nos acercamos a él, más lejano nos parece. Lo hemos demostrado siempre, queriendo rascar los cielos con torres de cientos de metros de vidrio y acero o con pináculos góticos en las catedrales del medievo, o mediante la pretenciosa Bíblica torre de Babel. Todos nuestros dioses han vivido siempre en las alturas, nombrando de diferentes maneras (cielo, olimpo, yanna…) siempre a lo mismo. Éste lugar lo hemos imaginado y representado como un paraíso natural perfecto e idílico, imposible de encontrar en un mundo cada vez más caótico e imperfecto.

Nuestro nuevo plan en Moscú acerca este paraíso divino a un mundo más terrenal y mundano, sustituyendo las nubes por frondosos bosques, bosques que pueblan islas flotantes conectadas entre ellas en una retícula infinita. Los edificios colgarán de hilos en el vacío, mecidos por los fríos y suaves vientos del norte de Europa, las comunicaciones serán contrarias a las que hoy entendemos como normales, teniendo que descender por cuerdas o ascensores desde los jardines colgantes de Moscú hasta las casas, teatros, comercios…para llegar a ellos tienes que subir para bajar, otros se situarán en los bosques.  El Moscú terrestre está conectado con el parque por múltiples conexiones verticales de todos los tipos imaginables, una vez arriba, en las islas, entendidas como parques urbanos, podrás descender deslizándote por los hilos al edificio deseado, a su vez, las arquitecturas colgantes estarán conectadas entre ellas, del mismo modo que las islas, mediante cables y pasarelas que general otra red de conexiones infinitas bajo la generada en las islas boscosas superiores y los ya existentes en el Moscú actual.