Quizá en sus orígenes el urbanismo en su intención de proporcionar orden al crecimiento de las ciudades originó un formalismo. Se uniría quizá entonces con la idea de planos ortogonales que controlarían de forma ordenada el desarrollo urbano.  Y para realizar bien este nuevo urbanismo se establecerían normas para intentar dirigir un camino correcto. 

A lo largo de la historia se han desarrollado distintas utopías que juegan con el orden de una ciudad. Se intenta estructurar de forma equilibrada por usos, sin aislar zonas, un trazo correcto o no…

Entendemos el informalismo en ciudades que han crecido ‘sin orden’ y con contrastes.

En lugar de coger un bando, Unwin trata de buscar la unión de ambas opciones. Tratar de abordar las ideas principales de ambos puntos de vista. Más que ideas principales, sus intenciones.

El informalismo plasma su ciudad con una pequeña intención de albedrío. Diferenciar barrios o calles, mezclas, algo de desorden dentro de un orden. Ya que las ciudades están hechas para las personas, no hay dos personas iguales ni tiene porque haber dos calles igual estructuradas.

Dentro de estas ideas está bien establecer algo de orden. No construir laberintos, no retículas imposibles, no mundos paralelos. Al igual que una persona necesita dinamismo en vez de una repetición, también acaba recurriendo a un poco de lógica dentro de la ciudad.