Los edificios, públicos o privados, tienen frecuentemente unos usuarios concretos, pero cuando hablamos de la ciudad en conjunto, sus calles, sus plazas, sus espacios, generalizamos, realizamos estos espacios conforme a unas leyes universales sin entender que ese espacio, por donde se encuentra o los intereses que despierta, tendrá también unos usuarios concretos. Parece que estos lugares debieran responder a unas leyes universales y que podrían ser resueltos por la propia tecnología. 

La ciudad de Vitoria, capital verde europea en 2012, presume de una envidiable calidad de vida, espacios públicos de gran riqueza y al servicio del usuario. Sin embargo, tal perfección restringe las sinergias que se puedan generar, la ciudad debe ahora luchar por encontrar espacios que generen identidad. 

Lo urbano debe, por su propio uso, comportar una expresión del ciudadano que ocupa el lugar, expresando sus imperfecciones y también sus conflictos. El buen urbanismo nace precisamente del deseo humano por crearlo, de la respuesta humana a los conflictos o dificultades. De este modo, otras ciudades a priori más complicadas o conflictivas poseen mayor potencial para el desarrollo de espacios de gran interés urbano. 

Imagen: Anillo verde de Vitoria. Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.