La relación de las nuevas obras arquitectónicas con la ciudad prexistente se debe basar en una serie de estudios que se realizan con el fin de no olvidar espacios que habían sido pensados e ideados por otros arquitectos o urbanistas.

La arquitectura aislada de la historia de su entorno no contribuye, en mi opinión, al progreso de las ciudades futuras y sin embrago los medios que hoy en día existen deberían condicionarnos para fusionar o integrar nuestros proyectos dentro del contexto existente.

El texto nos recuerda que podemos aprender de nuestros errores cometidos en el pasado, refiriéndose al impacto medioambiental que producen nuestras ciudades.

No estar atento al impacto de nuestras obras es un error que podríamos evitar, integrándolas en el entorno y disfrutando de las cualidades que el equilibrio nos ofrece. Cada lugar es diferente y respetando los lugares crearemos una ciudad de gran diversidad.

Al igual que la ciudad está jerarquizada también lo están los ejes que la generan.

Si prestamos atención, descubriremos que estas redes urbanas conectan hitos, se van moldeando según la topografía o bien rompen lugares para discurrir sobre ellos.

Se menciona también en el texto el ensanche de Barcelona, que pone como ejemplo modélico de proyecto urbanístico que mejora la ciudad y garantiza el buen funcionamiento de los sistemas de aguas, crea un orden y genera un patrón que se va modificando en la medida en la que se necesite. Por ello es un buen proyecto, porque es capaz de ir adaptándose en función de las situaciones que acontezcan en un futuro más  menos próximo.

Sin embargo no existe solo la realización de ejes rectos (modelo de Barcelona), sino que se pueden crear también rondas, boulevares, etc

En mi opinión ambas propuestas pueden dar lugar a situaciones interesantes, y su aplicación debería de depender, no del antojo del urbanista, sino del contexto en el que se va a actuar, según el relieve, la ordenación de los edificios etc.