El texto advierte de la demagogia que estamos acostumbrados a escuchar, cualquier espacio sin un uso se convierte en espacio público.

En relación a lo que se define por espacio público, se podría llegar a la conclusión de que todos los espacios lo son, si entendemos como tales aquellos en los que personas conviven y se relacionan entre sí. Nuestra propia vivienda podría ser espacio público ya que los miembros de la familia habitan juntos ese lugar.

Sin embargo Solá-Morales, defiende que el espacio público bien entendido es objeto de estudio y creación reservado a personas especializadas, diseñadores, arquitectos, urbanistas, etc, y que su creación no debería dejarse en manos de cualquiera.

Estos espacios no son el hueco que queda olvidado entre edificios sino que en su concepto idílico son lugares circunscritos dentro de la ciudad, pero bien delimitados y conformando ellos mismos una forma, una función, una estructura…

Además señala que los proyectos de hoy en día enfocados a lugares públicos, son únicamente proyectos de repavimentación.

Bajo mi punto de vista, un espacio público no es simplemente el que se ordena de forma que adquiera un aspecto estético, sino que son lugares donde se producen redes que conectan a los habitantes de la ciudad, que insinúan pero no condicionan al ciudadano, dan lugar a situaciones sin restringir el libre albedrío. Espacios que se configuran con un fin y teniendo en cuenta el entorno en el que se inscriben.