En el texto se reflexiona sobre un concepto sobre el que no había meditado antes. Si la ciudad es un árbol o no. Lo primero de lo que se habla es de las ciudades naturales, las que nos atraen y generalmente las antiguas, las que han ido fluyendo por sí mismas; y de las artificiales, aquellas ciudades (las actuales) a las que el hombre le impone una estructura y orden, las artificiales. Para solucionar este problema muchos urbanistas ya han trabajado en el estudio de la “esencia” de las ciudades viejas, tal y como dice el autor, para recuperarlo en nuestras ciudades artificiales. Para llevar a cabo este análisis, el autor analiza diferentes estructuras. Nos habla del semirretículo, distintos conjuntos que forman una unidad pero ninguno se excluye, se complementan. Esta sería una característica de las ciudades naturales. Por el contrario, las ciudades artificiales estarían organizadas según la estructura de árbol, aquella que crea núcleos independientes no relacionados entre sí, sino que separa por grupos, negando así la mezcla y el enriquecimiento de unos grupos con otros. Ambos son conceptos matemáticos capaces de res representados gráficamente. El primer dibujo, correspondiente al retículo, cuenta con aristas que se cruzan, mientras que el segundo no (es la clásica imagen que tenemos de un árbol genealógico).

Tras leer el texto estoy totalmente de acuerdo en las ganas del autor de recuperar esa estructura de las ciudades naturales, el semirretículo, pues de esta manera nos enriqueceremos unos con otros y haremos de la ciudad un lugar mucho más interesante y creador de nuevas relaciones, actividades…Fomentando así tanto el desarrollo personal del ciudadano como el crecimiento de la ciudad de manera coherente.