Llama la atención en esta ciudad ideal en la que todo es compartido, se intercambian los trabajos y las viviendas se sortean, todo el mundo aprende todos los trabajos y lo realiza durante un tiempo determinado. Las viviendas son iguales, las ciudades son iguales, en medidas, distancias y tierras de cultivo. Pero en mi opinión nada es perfecto y en esta isla se ven los pequeños “fallos” en esa equidad. Se nombra una ciudad como la más importante, en cada familia de labriegos hay una pareja “un padre y una madre” que dirigen al resto y en las asambleas se deben mandar unas personas ancianas y vividas.

En estos pequeños puntos es donde se acaba la democracia, en ningún lado se nombra que estas personas sean elegidas por una petición popular.

Así comprobamos que no existe esa utopía. La perfección en una sociedad, ni siquiera en una inventada con ese fin. La perfección es imperfecta.

Pero esta sociedad es lo más parecido a un lugar ideal, igual para todo el mundo, son personas libres y a buen gusto realizan todas las tareas, intercambian bienes y viven en una isla que a pesar de ser casi perfecta necesita de infraestructuras de defensa para posibles ataques.