A la hora de afrontar el comentario de estas lecturas, he encontrado ciertos puntos que relacionan algunos aspectos de los distintos textos.

Empezando por el texto de Koolhaas, he de decir que, aun sabiendo que la intención del autor es la de generar debate, no estoy de acuerdo con la postura tan extrema que desprecia a los urbanistas. Las funciones que cumplen, proporcionar y distribuir con un orden lógico las distintas infraestructuras, no es prescindible. Entendamos por ‘infraestructura’ el medio que permite una acción.

El concepto de infraestructura nos lleva al concepto de ‘urbanismo infraestructural’, es decir, urbanismo que busca ser el medio de las actividades humanas sin intentar controlarlas. Podemos relacionar estos conceptos que surgen de la lectura del texto de Koolhaas con la importancia de la relación hombre-hábitat, importantísima a la hora de entender el emplazamiento de un proyecto y la identidad del lugar en el que estamos, cosas de las que se habla en los textos de Fariña y Lynch.

Y, ¿cómo alcanza el lugar su identidad? Está claro que, en gran parte, por medio de sus habitantes. El contraejemplo de la ciudad de Oporto nos ayuda a entender que el atractivo de la ciudad viene dado por los elementos vernáculos y que, si estos se marchan, el atractivo turístico corre un grave peligro.

A modo de conclusión, se puede extraer que el nuevo urbanismo del que habla Koolhaas debe de buscar  que las infraestructuras sean versátiles o bien, ampliar los tiempos de desarrollo de los proyectos de carácter urbanístico, permitiendo comprobar cómo avanza el desarrollo de la ciudad, dando margen de maniobra y aumentar la importancia que tiene lo que verdaderamente necesiten los habitantes. No debemos de condicionar el desarrollo de la ciudad con nuestros planes, debemos dar el suficiente margen para que también se tenga en cuenta el rumbo que lleva la ciudad.