Proyecto: Urban Games 2017
Tema: Diálogos
Coordinadores:
abarca
dacama
Resulta difícil leer este artículo sin sentir verdadera tristeza por ese ciudadano de Oporto que, con lágrimas en los ojos, dirige una última mirada hacia su ciudad natal, de la que ha tenido que irse porque casi literalmente se la han arrebatado los turistas.
Situaciones como esta (y otras mucho más exageradas, como en Venecia), demuestran una vez más que el motor de esta sociedad es el culto al dinero. La ciudad atrae al turismo y el turismo al billete, y esto las empresas saben aprovecharlo y exprimirlo hasta el punto de ignorar la marcha de sus habitantes originarios, porque de un día para otro su barrio se ha convertido en un ebullidero de extranjeros adinerados. Y más si es un barrio céntrico y popular. Los impuestos ascienden y cada vez menos personas pueden permitirse el seguir allí.
Personas que quizá llevan generaciones viviendo en la ciudad, personas que a lo largo de los años han configurado la identidad de lo que realmente es la ciudad. Porque, ¿qué es el alma de la ciudad si no sus habitantes?¿acaso el alma de la ciudad es la atracción física que el turista siente hacia ella?.
No descarto al turista que realmente viaja para mezclarse y conocer a su gente, pero, ¿qué va a quedar para ese turista cuando llegue a Oporto y sólo haya más turistas?. De hecho, el abandono de la ciudad por parte de sus habitantes nativos acabaría produciendo una disminución del interés turístico general; como bien dice el artículo ''se habría matado a la gallina de los huevos de oro de tanto cebarla''.
Tampoco desprestigio la enorme importancia que tiene el turismo en una ciudad y la fuente de ingresos que supone. Pero como siempre acaba ocurriendo, los extremos son dañinos, y todo tiene un límite que no debería cruzarse. La sobreexplotación de ciudades que generan dianas turísticas acaba asesinándolas.
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