Lynch se pregunta por que planificar, si todo lo bello que vemos parece haber surgido espontaeamente y lo nuevo nos parece feo e incómodo. Enseguida se plantea que la verdadera cuestión no es si planificar o no, sino cuanto debemos hacerlo. El inminente crecimiento demográfico y constructivo ha hecho que de alguna forma todo asentamiento humano haya sido planificado en mayor o menor medida.

También critica el emplazamiento como algo que, muchas veces, se hace precipitádamente sin pensar en lo que rodea al lugar. Afirma que la creación de un sitio es algo que puede producir un impacto en la sociedad, a bien o a mal, ya que el humano esta directamente relacionado con el espacio, tanto, que el deterioro del paisaje nos termina perjudicando gravemente.

Aunque los planificadores solo usen el sitio para crear un edificio o conjunto de estos, el sitio es mucho más, es un diseño urbano donde se pueden introducir elementos agradables tales como parques, plazas o jardines para conectar con los seres vivos, sus estructuras, superficies y espacios.

Por lo tanto para emplazar primero se deben conocer a las personas que van a habitar el sitio, y como lo van a usar, así como las limitaciones del terreno, ademas de que una vez creado, seguira tranformandose dependiendo del objetivo y uso que le den estas personas.