Al leer este texto me viene a la mente el artículo de Christopher Alexander "La ciudad no es un árbol". La clara crítica de aquellas ciudades que en búsqueda de un urbanismo funcionalista han llevado al fracaso, me hace pensar en las ciudades árbol, o formalismos, tal y como las denomina Unwin, prominente ingeniero, arquitecto y urbanista inglés. El formalismo se ata a la legislación, a las tradiciones clásicas y renacentistas.

Sin embargo, frente a estos aspectos formales, tienen que existir los informales, o semirretículos, tal y como los denominaba Alexander. Estos se apoyan en el lugar, la edificación, el contraste y la diferencia.

Para un buen urbanismo es necesario el compromiso de estas dos escuelas. No se debe crear una tercera vía, sino una vía mas amplia; no se deben tratar cada elemento aisladamente, sino procurar la superposición, sin que se excluya lo mejor de ambas preocupaciones.

Cabe destacar la importancia que le otorga al detalle, convirtiéndose en un aspecto crucial del diseño urbano. Es por ello que debemos partir de lo general a lo particular.

En conclusión, bajo este equilibrio se sostienen la individualidad de las ciudades. No existen dos ciudades iguales, ya que estas han de ser la síntesis de una belleza formal e informal.