Se plantea una nueva forma de comenzar a ver la calle, como espacio compartido.

Las calles son las vías de comunicación de la ciudad. Tiene sentido pensar que deberían ser espacios no sólo de conexión de puntos sino también de conexión de personas. Es por ello que su diseño debe ser replantado con el objetivo de revalorar el significado de la calle como escenario público, considerando siempre la introducción del transporte público, pues éste es otro gran eslabón conector en las ciudades. El objetivo es cancelar el sistema de tránsito conocido y alcanzar un estado de colaboración entre las personas y el tráfico motorizado. La unificación de todos los usuarios en una misma superficie libre y la reducción de la señalización conlleva un nuevo nivel de precaución viaria: disminución de la velocidad, comportamientos solidarios y eficientes, diálogo resolutivo entre los propios usuarios. Hablamos de pensar en formas de agregar calidad de vida a los habitantes, mejorar la experiencia de las personas en las calles, combinar los distintos modos de tránsito sin destruir los usos urbanos, y en definitiva, la ciudad.