En un principio, el turismo era el motor de la recuperación de las ciudades en declive, pero el uso inapropiado y excesivo de esta campaña está desembocando en ciudades sin identidad, y sobre esto trata de hacer conciencia el texto.

Basándose en un estudio sobre la ciudad de Oporto el autor explica cómo el descontrol de las operaciones turísticas (cuyo fin inicial es integrar un turismo sano en los planes urbanísticos) conlleva una serie de graves consecuencias. Podemos mencionar el aumento de los precios, la modificación del uso habitacional y la exclusividad de servicios, entre otras; pero en definitiva, todas las consecuencias imaginables se reducen a una peor calidad de vida de los habitantes y la pérdida con el tiempo de la personalidad de la ciudad. Como se menciona en el texto, es curioso cómo el propio remedio para el auge de la ciudad acaba siendo destructivo, pues en el caso de Oporto los turistas son atraídos por el encanto de la ciudad tradicional, por sus espacios, sus habitantes… y la congestión que se viene creando debido al turismo moderno que arrasa con la tranquilidad de la ciudadanía podría acabar acercando Oporto a la imagen de ciudades turísticamente estereotipadas y asfixiadas como Venecia, terminando con la principal fuente atrayente. Con este ejemplo tan cercano se reafirma la necesidad de crear un turismo sano y controlado en la ciudad, que no se apodere de ella y no suponga la expulsión del entorno habitual o el degradado de los espacios, sino que sea inclusivo y consiga el desarrollo de una vida urbana real en colaboración con los habitantes y los visitantes.