Las ciudades crecen debido al desplazamiento de millones de personas que buscan una vida mejor, esto hace que haya una gran demanda de viviendas. Muchas personas optan por vivir en la periferia para tener una mejor calidad de vida, que en cierto modo es engañosa. Si que puede que tengas una casa más grande, aislada y con jardín, pero se pierde esa relación con los vecinos, dependes de un coche para ir a todos lados, puede que cuando vuelvas a casa del trabajo sea de noche y hayas perdido el resto del tiempo en el trayecto. Acabamos aislados, no ves nadie cuando sales a la calle, es aburrido. Se pierden las características de la vieja ciudad y desaparecen los estilos de vida tradicionales.

Se ha privatizado mucho la vida en las ciudades y no nos damos cuenta de que las personas demandan espacios públicos, demandan relacionarse con otras personas, cuanto más espacio se deja para la gente más vida pública hay. En el momento en el que se dedica más espacio a los coches que a las personas estamos destruyendo ese entorno vital. Se están creando ciudades para coches, una escala muy diferente a la de una persona. Nos damos cuenta de que esto no funciona cuando no nos resultan cómodas, no nos sentimos acogidos. Debemos crear lugares que inviten a la gente, que favorezcan que ocurran cosas de forma orgánica.