• Calles compartidas:

Sin normas de circulación el más vulnerable tiene prioridad. Al no haber señales aumenta la concentración y la atención al entorno. La velocidad es lo que supone peligro. Actualmente algunas ciudades están pensadas para ser usadas únicamente con coche. La vida es incómoda si se piensa ir andando porque las distancias son mayores.

• Escala humana:

En la antigüedad vivíamos todos juntos, nuestro instinto es vivir con otras personas, pero en la actualidad vivimos en pisos pequeños con pocas personas o incluso solos.

En China todo el mundo se está mudando a las ciudades, las viviendas está en la periferia y el trabajo en el centro, lo que provoca grandes desplazamientos todos los días. Cuanto más crece la ciudad más grande son las distancias.

En Copenhague, todo está aislado por zonas verdes, el camino a casa de hace aburrido porque no hay actividad. Un exceso de zonas verdes no hace que haya movimiento en las mismas. Por eso no debemos relacionar las zonas verdes con una mejor ciudad.

En Melbourne, el problema eran los callejones estrechos, que no daban sino inseguridad, casi nadie vivía en la ciudad. Sin embargo estos espacios fueron renovados para la gente, además tienen la escala perfecta humana. En ellos se crearon cafeterías y espacios comunitarios. Los callejones se convierten en el salón de la ciudad. Esta idea de callejones me recuerda a los callejones de mi pueblo, que estaban llenos de vida, con distintos servicios (peluquerías, cafeterías, pequeños comercios…) pero que con el envejecimiento de la población se han ido perdiendo e inevitablemente estos callejones se han convertido en lugares sin uso.

Inevitablemente al crecer la población tendremos que construir en altura, lo que no debemos perder es la vida y las interacciones sociales. Algunos lugares que están dejados siguen esperando ser reinventados.