El blog de José Fariña

“Cityland, ciudad de vacaciones” (domingo, 2 de julio de 2017)

Para comenzar, tras la lectura del texto, me surgen dos posturas totalmente opuestas en cuanto al tema tratado.

Por una parte, en general, me parece una idea enriquecedora e incluso necesaria en muchos casos la de fomentar el turismo. Enriquecedora en el sentido fundamentalmente cultural, ya que cualquier lugar es distinto, peculiar y digno de ser conocido y, en segundo lugar, necesario debido a que la economía de ciertos lugares (como en el caso de Oporto, por ejemplo) se ha visto en declive y el turismo era una de las soluciones para su reactivación.

Esta es la parte por la que me encuentro a favor del turismo. Pero, ahora bien, también pienso que no es del todo beneficioso a nivel urbano. No lo es a medida de que se favorezca únicamente el turismo en declive de lo que es la ciudad en sí, convirtiéndola en una ciudad escaparate únicamente destinada al visitante y destruyendo poco a poco la esencia de la misma.

Finalmente, a mi parecer, todo se traduce principalmente en una mala gestión política más que urbanística propiamente dicha, ya que si no se protege de algún modo la excesiva subida de los alquileres, no se limita la proliferación, hasta cierto punto, de complejos hoteleros y de lugares de hospedaje (tipo Airbnb por ejemplo), junto con numerosas medidas mencionadas en el texto, la ciudad irá perdiendo su población y, por tanto, su esencia y encanto que al fin y al cabo, es el reclamo de muchas ciudades, pudiéndose convertir este exceso de turismo y diseño de la ciudad para el visitante, en un arma de doble filo que haga que a un medio/largo plazo haga que tanto el turismo como la economía de la ciudad vuelva a decaer.

Para terminar, creo que los cambios en las ciudades son inevitables, resultado del paso del tiempo, siendo incluso beneficiosos, pero siempre y cuando no sean tan drásticos. Quizás la clave esté en un punto intermedio. Fomentando el turismo, pero a la vez también protegiendo a la ciudad en sí. Manteniendo parte de la misma (tanto a nivel urbano y arquitectónico, como a nivel de población local de la misma), no obligando a sus residentes a marcharse, dejar sus trabajos, etc y no arrasando completamente con la arquitectura típica y autóctona de la zona.