De Solà Morales ha pensado largamente sobre las zonas residenciales, su geometría, sus dimensiones, su coste y hasta los pequeños detalles como las cornisas y cumbreras. Todas ellas formaban parte de la ordenación del conjunto. Sobre el suelo, ignorado hasta ese momento.

Fruto de estas reflexiones, de él surgió una tercera vía para desarrollar las ciudades, diferente del formalismo  apoyado en la legislación y del informalismo nacido de las características propias del lugar. Defendió con ella un urbanismo, alejado de dogmatismos, realmente práctico. En contra de la belleza obtenida en los urbanismos formal e informal, Unwin la encontró tras resolver los problemas hallados en el lugar intervenido.

Unwin plantea desde su posición introducir un mínimo de orden al crecimiento espontáneo, algo que puede parecer contradictorio inicialmente. Una reglamentación u ordenación de las actuaciones sobre  lo preexistente. Esta búsqueda del término medio no resulto fácil en el momento que se planteó, encontrándose grandes problemas en el Londres de la época y su rápido desarrollo aparentemente aleatorio.

Con lo antes descrito, es fácil afirmar que nos encontramos ante uno de los necesarios primeros pasos de la ordenación de los sucesos urbanos.