Alexander describe en su texto “la ciudad no es un árbol” dos tipos diferentes de ciudades. La ciudad natural, que creció durante muchos anos o de una manera desordenada, y la ciudad artificial, que era planificada por arquitectos y urbanistas. Hoy sabemos que la mayoría de ciudades artificiales no funcionan. Pero los planificadores siempre están haciendo las mismas faltas, repitiendo los esquemas que parecen funcional, pero no funcionan: la escuema de la ciudad como un árbol, una ciudad con barrios cerrados y segregación del uso. ¿Por qué lo hacemos?  Porque siempre reducimos cosas complejas en cosas simples, y lo mejor para entender lo complejo son árboles, parece gráficamente mas ordenado que la realidad y por eso lo entendemos mejor. La categorización nos ayuda entenderlo, está “entre los procesos psicológicos más primitivos” Tal vez este pensamiento funciona en una sociedad de los años 50, cuando la gente de un pueblo solamente se conocía entre sí mismo. Pero no satisface las exigencias de una sociedad de una ciudad moderna, compleja, llena de vida, so solamente conocemos gente de nuestro barrio sino del otro lado de la ciudad. La ciudad contemporánea depende – como su sociedad – de la mescla. Alexander habla de un semirretículo, como en las ciudades naturales como Cambridge. Hay superposiciones entre los sistemas de la ciudad y los de universidad. La ciudad consiste en muchísimos subconjuntos, que tienen una estructura especial entre sí, que forman sistemas urbanos distintos. En Cambridge no se nota el paso entre el espacio publico y el campus universitario. La ciudad es la universidad y al revés. Por eso, cada ciudad natural tiene su propia mescla, su propia cantidad de superposiciones de sistemas urbanos, su propio semirretículo, que hace la ciudad única. La ciudad es la pantalla de nuestra sociedad. No podemos reducir nuestra vida, nuestra sociedad tan compleja a un árbol simple.

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