En el texto, J. L. Gómez Ordóñez expone las principales características que generan los trazos en una ciudad. Cada una de ellas tiene unos habitantes, unas costumbres y unos rasgos diferentes, por lo que no existe un trazado único y correcto, sino que se debe desarrollar uno adecuado para cada ciudad, que permita organizarla de la manera más funcional posible y la dote de lugares realmente interesantes, con unos ejes claros que faciliten la orientación y los recorridos, y que, como vimos en el texto de Rosa Barba Casanovas, permitan el desarrollo de actividades en ellos, convirtiéndose en espacios vivideros.

Por ello, para crear este trazado, el autor nos propone una serie de conceptos que debemos tener en cuenta a la hora de desarrollarlo; para él, es importante partir de la base de que trazar es "crear y relacionar lugares", por lo que, tal y como hemos visto, es fundamental plantear en primer lugar unos ejes funcionales que, ya de por sí, den forma a la ciudad. El segundo concepto que nos plantea es el de "trenzar": no sirve de nada crear estos ejes si no somos capaces de relacionarlos entre sí y con los distintos lugares, originando nudos, intersecciones interesantes que puedan dar lugar a un hito de la ciudad. Asimismo, debemos pensar bien en la geometría de este trazado, ya que puede ser un factor clave que singularice una ciudad, tal y como ocurre en Barcelona. Es importante igualmente "trocear": designar la parcelación y delimitar lo que ocurre en cada parcela. Lógicamente, debemos tener presente la escala en todo momento; es por ello que dice J. L. Gómez Ordóñez que "trazar es medir".

Como conclusión, el autor dice que trazar es "un ejercicio de síntesis": para crear una ciudad de la mejor manera posible, hemos de tener en cuenta estos postulados, no por separado, sino entendiéndolos como un todo, pensando la ciudad como un conjunto pero centrándonos igualmente en los detalles.