En ambas lecturas se habla del desarrollo de la estructura de la ciudad. Para ello, en el artículo ‘La ciudad no es un árbol’ se distinguen dos tipos de ciudades: las ciudades naturales, las cuales se han ido formando de manera espontánea, y las ciudades artificiales, creadas por diseñadores. Las ciudades naturales se estructuran en semitrama, mientras que las ciudades artificiales se estructuran en forma de árbol. La diferencia está en la relación de los elementos que forman estas estructuras; en la estructura de semitrama, los elementos están relacionados entre sí, dependiendo los unos de los otros, y en la estructura de árbol los elementos están aislados, sin tener la necesidad de relacionarse con el resto de elementos, es decir, de forma independiente.

De este modo, en una ciudad natural, se facilitarán las conexiones y se producirá menor rechazo a la hora de relacionarse ya que, al contrario que en las ciudades artificiales, no se generan jerarquías ni límites.

En el artículo ‘La gran ciudad’, Hilberseimer cuestiona la forma de generar un plan urbano que se adapte a todos. Esto es muy difícil ya que propone dividir la ciudad en sectores, cada uno para un uso en concreto, pero esto nos llevaría a que, según el momento del día, se produjera una concentración masiva en cada uno de estos sectores, por lo que, en mi opinión, es mejor una ciudad en la que los usos estén repartidos dividiendo así esa concentración de personas por toda la ciudad.