Se plantea como desafío crítico, la necesidad de generar una ciudad capaz de recibir la población, de los pueblos inundados en los alrededores.
La dinámica hidrográfica y morfología de la ciudad de Granada, la transforman en un refugió seguro, para toda la población inundada.
Para no interferir con el ecosistema existente, se plantean dos estrategias de actuación:
1- Desfragmentar el espacio interior, y
2- Generar un nuevo crecimiento exterior.
En el interior de la ciudad algunas áreas se consolidad a una altura segura, los edificios existentes se vacían parcialmente, aumentando la porosidad de las fachadas y barrio existentes y generando una mayor permeabilidad en los bloques y nuevos espacios de uso y ocio.
La circunvalación, sobreelevada y fuera de peligro, se incorpora como reserva natural, abrazando la ciudad con un cinturón natural, en el cual solo se permite un tráfico peatonal y un espacio de tranvía. Adicionalmente, a nivel de ciudad, las avenidas se organizan desarrollando una relación simbiótica con el paisaje existente.
Como medida para reforzar la preservación de la naturaleza, cada nuevo desarrollo, se plantea con un emplazamiento máximo del 30% de la parcela y fomentando un desarrollo en altura.
Este planteamiento permitirá una redujo mínima de la vegetación existente y el aumento de a la iluminación solar. Como resultado, se obtendría un ecosistema esponjoso, artificial, pero altamente permeable, fluido y flexible.