Aumento de la población, mayores densidades de turismo, revolución energética y de transporte…

Son algunos de los cambios que experimentarán las ciudades en los próximos 30 años. Para afrontar los, hemos planteado una actuación basada en intervenciones puntuales que tratan de mejorar a su vez, la situación existente.

La zona del Darro es el corazón histórico desde el que se irriga al resto de la ciudad. Es su fuerte carácter y belleza lo que la convierte en un testimonio digno de preservar, y que sin embargo también debe integrarse en la nueva dinámica de la ciudad.

Desde esta postura decidimos conservar la trama urbana, superponiendo una nueva en los lugares de mayor densidad de usos, como Recogidas y Gran Vía. Esta nueva trama se sitúa a la altura de las cubiertas de manera que establece una tensión visual insólita con el paisaje de la Alhambra.

Acentuando esta conexión proponemos la rehabilitación de edificios de interés histórico abandonados a partir de nuevos usos. Haciendo énfasis en los que se encuentran a las faldas del monte del Generalife tratamos de reavivar el final del Paseo de los Tristes. Esta es una de las problemáticas que detectamos en la situación actual. Inicialmente pensado como un acceso a la Alhambra, ahora ha quedado como un final desanimado incluso inseguro. La solución en este caso es la de incorporar nuevo equipamiento que recupere esos vínculos y que convierta ese final en una conexión estimulante.

Es en el Paseo de los Tristes también, donde vemos evidenciado un dilema. La incompatibilidad de los altos flujos peatonales con el tráfico rodado. El recurso que elegimos para arreglar esto es el de desviar el tráfico e interrumpirlo en el núcleo. Fortalecemos el tránsito entre el Albayzín y la Alhambra redirigiendo la ruta del transporte por la Cuesta del Chapiz desde la carretera de Murcia. Interrumpimos el tráfico en la Fuente de las Batallas que se convierte en una gran plaza y puerta de la ciudad histórica.