Tras pasar tanto tiempo sin poder salir de casa considero que lo que más ha cambiado ha sido la forma de interactuar de la población. Hemos aprendido a valorar el tiempo que pasamos fuera de casa, al aire libre. Salir a pasear, pasar la tarde en el parque y realizar deporte fuera el gimnasio, se han convertido en actividades más demandadas.

Por ello creo que debemos de centrar la vista en los lugares públicos, poner a las personas en el centro de diseño de la ciudad y ceder más espacio para la población. Buscar la forma de que todas las personas puedan contar con algún zona verde o lugar público cerca de casa. Esto se puede conseguir con pequeños gestos como convertir calles en zonas peatonales o ampliar el tamaño de las aceras, favoreciendo así el ocio al aire libre. Son alternativas que no interfieren en la morfología de la ciudad, y asimismo son poco costosas y rápidas.

Otro foco en el centrarse es en la reformulación del espacio destinado al vehículo privado. Hay que fomentar el transporte público, garantizando la seguridad de los pasajeros, y promover el desplazamiento en medios unipersonales como son la bicicleta, el patín, etc. Hemos, en este último caso, de acondicionar nuestras calles para que la circulación sea segura. La creación de carriles bici o de establecer zonas de baja velocidad, sería un ejemplo de ello.

En definitiva, creo que la intervención urbanística que nos toca realizar, no se trata de derribar edificios para crear espacios públicos, si no de realizar pequeños cambios que favorezcan al habitante. Readaptar la ciudad. Otórgale espacios donde pueda relacionarse garantizando la distancia de seguridad. Y prestar especial atención en la calidad las zonas verdes, que además de favorecer al ciudadano, favorece a la ‘salud’ de la ciudad.