El modelo de ciudad verde se está viendo comprometido por la nueva realidad que nos ha dejado el Covid-19. Los transportes colectivos, que son una de las principales medidas de estos modelos, pueden ser fuente de rebrotes y debido a esto las personas empiezan a optar por utilizar transporte privado. El aumento del número de vehículos afecta de manera nociva al medio ambiente y a la calidad del aire, especialmente en las zonas urbanas con gran densidad.

Dándonos cuenta de esto, nos toca pensar en soluciones desde nuestra postura de arquitectos. La movilidad ciudadana es algo esencial en la vida urbana y por ello debemos repensarla para que sea segura y respetable con el medio.

Algunas ideas, cómo la “ciudad de 15 minutos” están planteándose en ciudades cómo Paris. Una ciudad en la cual es posible ir a pie o en bicicleta a los nodos de trabajo o compras es algo bastante idílico que responde muy bien a los problemas que presenta la pandemia. Por desgracia dudo que este modelo fuese viable en la mayoría de ciudades (especialmente las pobres).

La bici o vehículos eléctricos como el patinete son compatibles con el modelo de ciudad sana y ciudad verde ya que no hay contacto entre personas y son vehículos que no contaminan. Puede entonces que invertir en la proyección de vías verdes pensadas para la circulación de estos vehículos sea una buena alternativa para el transporte público.