2.1 Los ejes en el proyecto de la ciudad.

La estructura de una ciudad es el resultado de superponer una secuencia de ejes, que trazan un sistema de relaciones sobre un territorio.

Históricamente el eje ha sido utilizado para organizar y estructurar la ciudad. Proyectos como el de Roma, París o Barcelona establecen una serie de redes de comunicación que terminan por convertirse en hitos de las relaciones urbanas.

El eje se vuelve de esta forma en una herramienta de ordenación que no debe imponerse al territorio, son los propios ciudadanos quienes determinan la forma de habitar una ciudad, su tradición y su paisaje: ríos, huertos y trazados agrícolas preexistentes.
 

2.2 El arte de planificar el sitio.

Planificar una ciudad es un complejo proceso en el que intervienen multitud de factores. Un proceso consciente de su necesidad de regeneración a lo largo del tiempo.

El adecuado planeamiento de una ciudad lo hace en continuidad con lo que ya había. Debe facilitar los procesos vitales del territorio: ríos, acequías, albercas, huertos... Planificar en continuidad y preservar la vida que ya se daba en esos lugares.

El proceso de diseño de una ciudad empieza por conocer su historia, la memoria del suelo, del paisaje y de los habitantes. No existen los desiertos. El urbanismo no puede reducirse a trazar edificios y calles, se trata de establecer relaciones sociales con una mínima energía.
 

2.3 Especies de espacios.

El autor narra la descripción de una escena en la que no ocurre nada, excepto la extraordinaria belleza de lo ordinario. La calle está llena de vida y sometida a un proceso de cambio constante. 

El texto incita a descubrir en profundidad los lugares que habitamos, a ser sensible a ciertas situaciones cotidianas, a encontrar la belleza en el mismo mundo nuestro de siempre. Arquitectura, vegetación, agua, personas, la vida está en la calle.

Este tipo de miradas sobre la fugacidad de los lugares nos empujan a formularnos preguntas como ¿Cómo será esta calle mañana?.