04. TRAZAR EL TERRITORIO. Prof. J.L. Gómez Ordóñez

El autor nos pone de manifiesto en el texto la complejidad y matices de lo que significa el verbo ‘’trazar’’. El trazado hace que creemos caminos en los que vamos ordenando y ubicando distintos hitos que nos ayudan a dotarlo creando puntos de referencia que permitan orientarnos dentro de él. Trazar un territorio, no solo contribuye a que seamos mejores conocedores de este espacio, sino también a posibilitar un cambio en su configuración. Al parcelar un territorio también estamos trazando, establecemos jerarquías, definimos el flujo, las características de ese espacio.

Nos habla de los trazados más notables, como son el triángulo, rectángulo o hexágono, que junto con el trazado lineal nos permite conectar ejes que doten de forma y unidad al territorio.

El trazado de una ciudad persigue unos objetivos claros, a la vez que tiene presente una mirada temporal, tanto hacia atrás en el tiempo como hacia delante. Esto nos permite leer el pasado a la vez que proyectamos el futuro.

Es por esto que podemos entender el concepto de ‘’trazar’’ como una táctica unificadora de todos los elementos que constituyen a la ciudad, puesto que estos trazados no son sólo lugares de tránsito, sino que también lo son de estancia, de relación… Además esta es una tarea que exige trabajar a distintas escalas, de forma que prestemos cuidadosa atención al conjunto y al detalle, lo que nos permitirá conocer mejor las necesidades o problemas del lugar.

04. SOBRE LA NOCIÓN DE TIPO. RAFAEL MONEO.

Moneo nos conduce por un recorrido a lo largo de la historia para explicarnos los diferentes y variados significados de la noción de tipo atendiendo al tiempo y circunstancias del momento. A lo largo de la historia, la clasificación de la arquitectura siempre ha sido un tema de carácter muy subjetivo, y es precisamente en este momento cuando surge la necesidad de recurrir al término ‘’tipo’’ como un recurso que nos ayude a clasificar la arquitectura.

Este concepto no hace sino referencia a una serie de elementos que en su conjunto crean una unidad característica con ciertos rasgos en común que hace posible identificar ciertas arquitecturas. De esta forma el ‘’tipo’’ se convierte en un recurso compositivo que nos permite organizar modelos en el tiempo a la vez que nos ayuda a comprender lo que ocurría en ese momento, podemos entender entonces que el ‘’tipo’’, es una especie de nexo pasado-presente-futuro.

Lo cierto es que en base a unos rasgos ‘‘comunes’’ o ‘’tipo’’ en cada época, el arquitecto proyecta un modelo determinado de arquitectura más o menos semejante al ‘’tipo’’, puesto que esté modificará la obra atendiendo a una serie de elementos que han de ser resueltos, que están destinados a derivar el ‘’tipo’’ en una serie infinita de subtipos, evitando así encorsetar la arquitectura en modelos repetidos.

Quizás este pensamiento de atender a un ‘’tipo’’ no sea el más correcto a la hora de proyectar, puesto que esto puede llevarnos a hacer modelos repetidos y esto no es algo natural o inherente de la arquitectura, ya que cada proyecto debe dar respuesta a una serie de problemas que son particulares y únicos de ese proyecto, de manera que lo que funciona bien en un lugar puede que no lo haga en otro.