El arquitecto antes de mejorar la urbe, debe pararse a ver y analizar los espacios urbanos que conforman la ciudad, para saber si funciona tal y como está trazada, ya sea, calles, como la disposición de estaciones, aeropuertos…

Una vez tengamos planteados los problemas que hay o que pueden surgir, podemos aportar ciertas modificaciones en plazas, parques y calles, pero siempre teniendo en cuenta los ciudadanos y visitantes que van a ella. Produciendo una arquitectura como una medida de flujo de las cosas.

 Como dice Gustavo Gili “[…] La calle implica un lugar de reunión pública sin techo. Una sala de reuniones en una calle cubierta […]”

Por lo que tenemos que tener en cuenta el movimiento de los transeúntes en primer lugar, distribuyendo cada zona según su función en la sociedad. Por ejemplo, si tenemos calles con un tránsito elevado deberíamos plantear si hacer la calle peatonal y desviar el tráfico por otras vías.

Relacionar el hombre con la naturaleza, que no sea ajena a nuestro día a día, un punto de confluencia de distintos espacios urbanos y localizándose cerca de centros de actividades, para que fluya el tránsito por estas áreas, ofreciendo confort a aquellos que la transiten, ya sea introduciendo accesorios que inviten a estar allí, como bancos con materiales innovadores, nuevas iluminaciones, caminos sinuosos adaptados para personas de todas las edades…

Y siempre teniendo en cuenta el transporte, una ciudad que nos deje movernos con total libertad y que podamos acceder a cada distrito, será mucho más fluida y menos problemática que otra que no lo tenga en cuenta. Podemos comprobar que este tema siempre ha estado en mente tanto en arquitectos, como en ingenieros… “La ciudad lineal” de Arturo Soria y Mata, en el cual, planteaba organizar la ciudad en torno al ferrocarril eléctrico.

 Por lo que las rutas tienen que plantearse para que puedan utilizarse tanto para servicios (ambulancias, bomberos…), como para personas que se transportan individualmente (bicicletas) o colectivos (autobuses, coches…) o como transportes de mercancías, materias primas, etcétera.

Además, y por último, siempre plantear un urbanismo que nos deje encajar un crecimiento posterior, de forma ordenada sin que surjan barros en el extrarradio caóticos, y donde los servicios (hospitales, colegios…) estén al alcance de estos, brindándole las oportunidades de cualquier barrio céntrico o de cualquier barrio capaz de cubrir necesidades básicas.