El texto nos muestra como hemos pasado de considerar el medio físico, de tratar de estudiarlo y leerlo para comprender sus claves y darle al lugar lo que requiere, a ignorarlo.

Deberíamos hacer planes en función del lugar que fuese a acoger nuestra arquitectura; conocer a las personas, el sitio, la tecnología disponible…

Y es que ahora tenemos una gran ventaja, contando con una tecnología que nos ayuda a interpretar de forma diferente, nos proporciona unos detalles más precisos y en teoría, debería ayudarnos a elaborar unos mejores diseños. Pero parece que esto no es así. Esto es, en casos como el coche vemos como al ir acercándonos a los sitios, nos ha ido alejando también de nuestro alrededor más inmediato. En ciudades como México, para cubrir distancias medias en coche, hay que pasarse horas de trayecto por el uso masivo del que hacen de él en la ciudad.

El arte de planificar una intervención antes se iba ajustando sobre la marcha. Por ejemplo, el Machu Pichu se planteaba con otros criterios, cambiando el proyecto a medida que se planteaba... Así es como han surgido las antiguas ciudades; haciéndose poco a poco y corrigiendo sus defectos; las nuevas, en cambio, todavía no están completas y aun están frías, rígidas, deshumanizada. El tiempo las curará o las eliminará, haciendo que se generen lugares que se infravaloren. En clase poníamos el ejemplo de Armilla: para alguien que tenga una segunda vivienda allí con pretensión de alquilarla, es un emplazamiento malo, prácticamente deshabitado. No hay manera de venderlo porque no encuentras una red de comunicaciones, comercio, etc, en la que puedas estar cómodo. O por ejemplo, Nueva York depende de soterrar: ha ido creciendo y soportándose al mismo tiempo. En el momento en que no se pueda continuar soterrando  y no haya trabajo, la gente se irá a otro lugar.

El pensamiento moderno consiste en saber aceptar que nuestro planteamiento se va a quedar anticuado en mínimo diez años. Nuestra tarea consiste en hacer un plan de continuidad del lugar, ver qué planificar a corto, medio y largo plazo. Por ejemplo, los centros comerciales tienen su tiempo de vida; pueden morir porque la carretera de acceso, que era principal, se convierte en secundaria. Por eso hemos de buscar un urbanismo adaptable, un bricolaje local y muy controlado. Evitar pelotazos, proyectos megalómanos que responden a otro tipo de sociedad que de momento, no es la nuestra, y no caer en el error de ignorar al cliente.