Lo primero antes de aportar nada a la ciudad, es la comprensión, el estudio, el cómo llegar a hacer de la ciudad algo nuestro.

Una ciudad no es como un edificio que colocas en un lugar y se relaciona solo con ese lugar, hoy en día gracias a los grandes avances, las ciudades - esos “lugares” - están conectados entre ellos de tal forma que cualquier aporte realizado sin estudio previo, sin comprender como se mueve sus flujos, cuáles son sus virtudes y cuales sus decadencias, etc.… pueden llevar a generar con nuestra propuesta un clímax de caos en su forma de funcionar.

Por ello el arquitecto a la pregunta de que debe aportar para mejorarla, debería añadirle con anterioridad, ¿Qué es lo que debo mejorar de esta ciudad? para ello debera entender como su propuesta en ella puede dar solución a los continuos problemas que surgen a través de las grandes aglomeraciones, como introducir la propuesta sin que esto genere un gran problema en el flujo que se mueve a través de sus redes generadas por calles; cómo afrontar los problemas que surgen con la continua evolución del hombre y como la sociedad se ve influenciada por ello. Todo ello debe dar lugar a la creación de una nueva ciudad, una ciudad moderna; siendo aquí donde se genera un complejo problema, como crear una ciudad moderna entorno de su origen, de la ciudad antigua, en la que reside la identidad de la ciudad creada a través del tiempo; sin que esta se vea desvirtuada, ensombrecida por el avance de la ciudad moderna

El arquitecto tiene mucho que aportar, mejorar; a las ciudades, pero si no se entiende bien el urbanismo, la urbanidad; esta búsqueda de la mejora puede desembocar en una fractura de la ciudad.

Pero si este concepto de urbanidad es comprendido, asumido e interiorizado por el arquitecto, este puede crear “magia”; esta magia erradica en el potencial de imaginación, creatividad, comprensión de formas, materiales, etc.…. Que se esconde detrás de la idea de un buen arquitecto, aquel que ha asumido su profesión como algo suyo, algo propio y cuyos proyectos no deben ser otra cosa que la exteriorización de su interior