La ciudad se traza en base a ejes. Estos son los que ordenan el espacio y lo escalan. El hombre pretende adueñarse del lugar formalizando núcleos de vida en los que desarrollar diferentes actividades. La forma de materializar esto es utilizando ejes que se adaptan a la topografía, a la orientación solar o al viento. De esta manera la ciudad se asienta sobre un terreno ya tratado por el hombre. 

Existen innumerables trazados urbanos. Dependiendo de la cultura del lugar y de la forma de desarrollar el ámbito urbanístico, podemos encontrar trazados reticulares, radiales... Desde tiempos romanos ya observamos ejes principales como el Cardo y el Decumano, esenciales para el entendimiento de los asentamientos militares y ciudades del mundo antiguo. Posteriormente la ciudad se ha vuelto caprichosa, tomando ejes más radicales y monumentales, sirva de ejemplo el Plan Haussmann de París, surgido por la necesidad de dar vida y aire al centro medieval de la ciudad, inundado de calles estrechas y falto de un orden claro.

Las ciudades americanas, de trazado moderno, optan por trazados reticulares (incluido el Plan Cerdá), los cuales permiten una mayor funcionalidad, pero carentes de interés alguno.

Los ejes de la ciudad son fundamentales para el entendimiento y desarrollo de ésta.