Dentro de la linealidad de pensamiento en el artículo, destacamos la idea de singularidad, futuro y deseo.

Como buen pensador urbanista la idea de singularidad esta más que descartada, llegan a incluso la definición de tumba de la arquitectura. Está claro que en el planteamiento futuro de una ciudad debemos tener en cuenta a la comunidad y dado el aumento de la población dentro de la ciudad, se hace cada vez más y más global. Él utiliza la idea de textura para andar por la ciudad, yo pensaría en el sonido. Que es el silencio de la ciudad? Podemos identificar la congestión con el ruido? y el dinamismo con la música? 

Si es así, el silencio es la singularidad, aquello que ves y no habla, no dice, no actúa, no intercambia opiniones. Desde esa perspectiva podemos acotar, definir y, más importante aún, simplificar la gran cuestión del urbanismo futuro.

Aunque sé que esto será revisado por profesores, no dejaría de enfatizar la idea de deseo. ¿Es desolador no llegar a ser un maestro? No creo que se exija en este escuela al alumno ser un maestro de la arquitectura, es más, nos desaniman a llegar a esa idea de divo y egocéntrico redomado. Pero la presión que a veces sientes aquí, es lo que mengua el deseo, ¿Cuántos alumnos han podido ponerse a decir lo que sienten y no vender humo? Aprendemos a avanzar con notas y marcas, sin tener en cuenta que nadie nos ha dicho tu llegaras a donde quieras. Desanimar a un futuro arquitecto es muy sencillo, pero es aun más fácil animarlo. Dado que mi experiencia en la escuela es ya veterana, como alumno, diría que al arquitecto futuro le hace falta soñar para recuperar el deseo y con ello , la calidad.