Rosa Barba Casanovas inicia su artículo planteando una serie de preguntas las cuales hacen referencia a los múltiples problemas que acechan al diseño del espacio libre.

Llega a la conclusión de que no todos los lugares son iguales e intenta explicar lo que hace a los lugares distintos a través del espacio de los ejes urbanos territoriales. Afirma que en nuestro tiempo, los grandes ejes viarios contienen dos de los requerimientos que la ciudad pide a la estructura: capacidad para conducir el movimiento y  conferir identidad al espacio urbano. Según la autora debemos entender por eje: las calles. Son las calles las que cruzan los lugares, nos los muestran, permiten acceder a los sitios y establecer los usos. Añade que los ejes no son las únicas líneas rectas sobre el plano.  La geometría del suelo agrícola también dibuja el territorio con elementos lineales. Es, en definitiva, una muestra más del inevitable poder de la geometría para resolver la forma de los sitios.

Manifiesta que la idea de cómo dibujar la ciudad para establecerla y construirla viene de muy atrás. Así mismo, dice que tal es el poder de la recta y el círculo, que sobre estos dos elementos nacen las ciudades ideales. El orden se ha asociado casi hasta hoy, a estas geometrías simples de ejes.

Se pregunta ¿qué sucede en el proyecto de la ciudad en los años en que nacen las grandes metrópolis? Sucede que son los ensanches los que quieren poner “orden”. Las nuevas extensiones crean los primeros ejes extramuros. Los buenos proyectos rehuyen las formas irregulares de los espacios del entorno que se quiere dominar. Nace la calle del ensanche. La calle curvada surgía del paso entre relieves, de sortear propiedades y edificios. Los centros urbanos hacen del urbano espacio público un centro.

Desde las teorías de los fundadores del urbanismo, toda ciudad reparte sus orígenes entra una posición de encrucijada o una localización de mercado. Calle y kasba están en el origen de la ciudad.

·         Discusión de los ejes

Las propuestas de los más jóvenes en la arquitectura y el urbanismo, hace pensar que el abandonado argumento de la estructura puede ser un punto de apoyo para un nuevo pensamiento, entendido como “espacio” de relaciones.

Es cierto que este no es el único debate posible, quizá tampoco es el más importante, pero puede ser  muy útil.

Curiosamente se debate mucho sobre la forma de piezas y poco sobre las estructuras que las soportan. Probablemente una forma simple de entrar en el debate es pensar en estos hilos que unen partes del territorio que denominamos: carreteras, calles, ejes viarios, canales de infraestructuras…. El debate se reclama tanto desde los agentes preocupados por la gestión de la ciudad, como los preocupados por la gestión medio ambiental.

Prácticamente finalizando el artículo se hace de nuevo la pregunta: ¿Por qué hablar de ejes? Y se responde: porque somos conscientes de que necesitamos un espacio para algo más que para movernos y un sitio para acumular imágenes de lo que llamamos un lugar central.

Rosa Barba afirma que buscando en la historia de la construcción de nuestros territorios hemos encontrado los ejes que pueden ser utilizados tanto para  materializar recorridos, para establecer distancias…

Concluye aseverando que los ejes implican movimiento, pero también indica relación y relación es dominio y comprensión. Que hoy la formación de lugares se produce por focos y que la ciudad de hoy será seguramente menos una ciudad de ejes que un espacio de tejidos y corredores.