En este texto, Koolhas hace un repaso de lo que ha supuesto el Movimiento Moderno para el urbanismo y la ciudad. Llega a la conclusión que los valores que se propugnaban entonces rápidamente se vieron desfasados, pues todo intento que hacían de controlar la ciudad se vieron frustrados, al intentar afrontar la ciudad contemporánea con los valores de la ciudad clásica.
Además reconoce que si bien la generación de Mayo del 68 reaccionó contra estas actuaciones, se quedó al margen y no propuso soluciones, y asi le llegó la muerte al urbanismo, pues se denostaron todos los valores previos y no se actuó para crear un nuevo urbanismo.
ENtonces, al final, Koolhas propone una serie de principios que ese nuevo urbanismo deberá seguir, o más bien expone una serie de recetas para afrontar los problemas de as ciudades actuales. Unas recetas basadas en la negación del orden, jerarquizaciones y zonificaciones de las que tanto uso hicieron los modernos; la creación de atmósferas propensas a generar situaciones en vez de forzarlas como se ha venido haciendo. En definitiva, si la ciudad es un organismo de crecimiento ilimitado tenemos que hacer un urbanismo que no intente ponerle limites y que no intente negar su crecimiento