En el texto se inicia el debate entre la ciudad histórica y las ciudades contemporáneas. Él defiende la ciudad contemporánea a través del conflicto, la diversidad y la vida. Me parece muy interesante este punto de vista.
Pues la ciudad refleja la historia por la que ha pasado, los cambios, la evolución de la vida, pero también debe dejar hueco a lo que está por venir. Por eso, en mi opinión no cabe una arquitectura cerrada en si misma, que no dialogue con el lugar y con el momento.
Lo que caracteriza a la ciudad contemporánea es su desintegración, es una ciudad dispersa. Es el momento de relacionar, unir y dar protagonismo al ciudadano. En este sentido,uno de los aspectos de los que carece la ciudad contemporánea es la idea del ágora, un lugar de encuentro. Aunque pase el tiempo, hay necesidades que siguen siendo las mismas. El ser humano es un ser social. Como bien dice, quizás estos lugares son las estaciones de metro. Tenemos que adaptarnos a las nuevas circunstancias y reinterpretar las nuevas necesidades.
Me gusta mucho la posición de Solà-Morales cuando anima a aprovechar lo que tenemos para seguir evolucionando, extraer los elementos positivos y trabajar con ellos. Critica esta postura con una frase clave, "Todo es un desastre, pero a mí dame esas viviendas que las haré." Este es el camino más fácil, pero no nos podemos conformar con ésto, tenemos que tratar de hacer un buen urbanismo y que cuando recorramos cada rincón de una ciudad nos llenemos de nuevas sensaciones.