En la ciudad es preciso relacionar al ser humano con su tiempo, con el presente que vive, con la situación económica y cultural que acontece en ese momento y saber cómo optimizar las relaciones funcionales de la misma, teniendo en cuenta las condiciones sociales de los individuos que la habitan. Creando así espacios que estén en armonía y en relación entre sí, que también se apoyen y complementen a los antiguos trazados y centros históricos y sean capaces de acoger e interrelacionarse con nuevas ampliaciones que surjan en el futuro.

Ésta es para mi la función de un arquitecto en una ciudad. Antes de llevar a cabo cualquier proyecto tanto de edificación como urbanístico, es necesario que lleve a cabo un análisis de la ciudad, de sus trazados, de su historia, de las zonas urbanas recientes y de las necesidades de los ciudadanos tanto a pequeña escala como globalmente. Porque cuando esto no se hace hay relaciones y situaciones que se daban previas a la intervención que se pueden romper, espacios que funcionaban correctamente pueden aminorar su calidad.

Por ello el arquitecto nunca debe olvidar el centro y el objetivo de su función y es crear o intervenir espacios donde el ser humano habite y responder a las necesidades que éste tenga, cuando esta prioridad no se tiene en cuenta la ciudad deja de ser ciudad y el arquitecto deja de ser arquitecto.