Tras el transcurso de curso, creo que empiezo a entender la actitud que debemos tener de cara a trabajar con la ciudad. Esta actitud, en realidad, no creo que se diferencie mucho de aquella que debemos tener de cara a solucionar cualquier otro problema.

Se trata de entender la ciudad, porque no podemos saber qué debemos hacer hasta que no sabemos a lo que nos enfrentamos. Cada cultura, geolocalización, historia, contexto social e histórico o económico es crucial de cara a la forma de trabajar con la ciudad, de modo que para responder a esta pregunta voy a suponer unas pautas de trabajo con la ciudad.

Teniendo en cuenta que los contextos anteriormente nombrados cambian con el tiempo, pienso que nuestra forma de actuar debe ser una que permita la futura y sencilla modificación de la ciudad, para adaptarse a los nuevos momentos, en esto me posiciono entonces con la “aleatoriedad”, con el no decidir las organizaciones de los espacios públicos, por ejemplo, la ciudad es de los ciudadanos, dejemos que ellos participen de la misma.

Al fin y al cabo, el urbanista no debe ser una persona que busque el reconocimiento, debe ser una persona que busque la calidad de hábitat dentro de la ciudad, siendo un instrumento de los ciudadanos.

Sin embargo, esto no significa que la ciudad deba caer en un orden controlado puramente por los ciudadanos, porque esto muchas veces puede llegar al caos. No, el urbanista debe ser como el maestro de un niño pequeño, ya que, por nuestro conocimiento de las ciudades que nos preceden, el estudio de las distintas sociedades, y de las posibilidades de crecimiento, podemos intuir aquello que puede o no puede funcionar, y debemos, entonces, guiar a ese niño que son los ciudadanos y quieren, con gran energía, ser partícipes de la ciudad.

Es por esto que pienso que nosotros no debemos imponer, debemos entender, escuchar interpretar, y una vez tenemos un proyecto, convencer al ciudadano y escucharlo, porque no es el urbanista el que debe hacer el proyecto. Debe ser la conjunción de la ciudad y el urbanista el que hagan la ciudad, para crecer con la sabiduría y experiencia de las dos partes.

En definitiva, no seamos individuos, seamos herramientas con personalidad y capacidad crítica.