En mi opinión lo que el arquitecto debe hacer actualmente es recuperar la ciudad, volver a darle vida, que sea la gente la que transforme la ciudad y no la ciudad la que transforme a la gente.

La ciudad moderna ha tenido que afrontar problemas serios como la incorporación del automóvil o la contaminación y creo que no lo ha sabido hacer de forma correcta. El automóvil es un instrumento para servir al hombre, no debe condicionarnos y relegarnos a puestos y vías secundarias.

Creo que la ciudad contemporánea es demasiado racional, está muy centrada en la diferenciacción, la optimización y en la separación de usos y funciones de modo que esa racionalidad ha hecho que la ciudad pierda vida, pierda identidad. Nos hemos olvidado de la dimensión emocional del ser humano, de sus imperfecciones. Si el hombre no es perfecto, ¿por qué debe la ciudad funcionar como una máquina perfecta y meticulosa?

Esta debe aprender mucho de la ciudad y la cultura popular, años y años de experiencia que se han ido transmitiendo y que si han llegado a nuestros días es porque realmente funcionan y son válidos. Debemos ilustrarnos, esudiar el saber popular, pero sin quedarnos estancados. Podemos asimilar lo tradicional y añadirle los nuevos progresos y descubrimientos de nuestro tiempo. Además la historia de nuestras ciudades es muy importante y podemos aprender mucho de ella.

La misión de una ciudad es que el hombre sea feliz, que se relacione con los otros ciudadanos, que descubra lugares, no llevar una vida monótona y aburrida. La ciudad debe evolucionar, cambiar y progresar según lo hagan sus habitantes.

La misión del arquitecto urbanista contemporáneo consiste en devolverle la ciudad a los humanos, que vuelvan a ser ocupadas, vividas, recorridas y contempladas por ellos. Que la ciudad en la que vivimos nos sirva y no seamos nosotros los que le sirvamos a la ciudad. Que viviendo en ella seamos realmente felices.