No somos más que huellas que planean los cimientos que permanecen. Nosotros (los arquitectos) somos nombres que ''quizás'' se introduzcan en la historia como los cimientos en la arena.

Es por eso, que (hablando de huellas), también nos aferramos a lo físico. Aún teniendo una visión algo más sensible y, obviamente, arquitectónica que el resto de personas, a menudo cometemos errores tan irreversibles como crear un suelo o no crearlo.

El problema del urbanismo a lo largo de estos años (que es a lo más temprano que puedo aferrarme) ha sido la ansiedad personal por parte de quienes podían y poseían la picardía de aprovecharse del contexto, para poder campar a sus anchas proyectando ideales imaginarios y no reales.

Uno de los ejemplos más cercano y diario que se plasma constantemente a nivel urbanístico es la intención  de ''europeizar'' las ciudades.

Los autobuses de alta capacidad, los tranvías, ... otros medios de transporte público que pretenden copiarlos y plantarlos en terrenos muy diferentes a centro-europa, conllevan a su vez una sucesiva cadena de errores y descontento ciudadano visible permanentemente en nuestras calles.

¿De quién es el error?