Tras leer una entrevista como ésta, nos damos cuenta de algo que caracteriza a este gran arquitecto, su optimismo. Este optimismo, esperanza o confianza en las ciudades que le hace progresar y no quedarse estancado en el pasado lamentándose de los errores que se han cometido.  Un arquitecto con visión de futuro, con voluntad de cambio y apasionado de su trabajo.

Hago hincapié en este detalle, que no es un detalle, sino algo que va más allá , que condiciona el progreso de una ciudad. Son necesarios arquitectos, y en este caso urbanistas comprometidos con la CIUDAD.  Una ciudad que necesita la imaginación de arquitectos de nuevas generaciones, críticos con el pasado, que sepan reconducir la situación hacia una ciudad más compleja en su funcionamiento, más diversa, más viva, mejor pensada y que resuelva los problemas de la ciudadanía.

Esta idea se resume muy bien en una de sus respuestas en esta entrevista: " El buen urbanismo es una cuestión de quererlo, casi, de alguna manera, desearlo, y ahora no hay, escasea la imaginación de futuro, no hay tal voluntad. Y sin voluntad no hay deseo, y sin deseo no hay calidad."

Nos interesa ir a mejor, por lo que como dice Solà-Morales, una ciudad no puede construirse en 5 años, por lo que no podemos juzgarla aún, las ciudades no son muy bonitas, pero son más interesantes que lo que eran las ciudades históricas.

Aun así, no hay que olvidar que estamos ante una situación crítica, tras una etapa de excesivo optimismo, especulación y descontrol de proyectos que se nos escapan de las manos y que han crecido en las periferias... Necesitamos proyectos que emocionen, que conmuevan, que no sean inocentes, con un programa complejo, diverso y que nos devuelvan las ciudades.