El emplazamiento. El sitio donde se pretende habitar es un libro abierto, y sin final, que necesitaremos estudiar para intervenirlo. Quiero decir, que no supone sólo las fronteras físicas, la orientación del espectador, o la accesibilidad. El sitio supone una actividad que tiene lugar allí, supone unas condiciones socioculturales importantes. En resumen, es un ente vivo susceptible de ser mejorado mediante el conocimiento de éste. Es el aprendizaje del sitio, el nivel de empatía que se pueda alcanzar, el que determinará la sensibilidad y, por consiguiente en este caso, el acierto de la intervención.

Existe una especie de retroalimentación entre el hábitat y el habitante. Es un proceso infinito de interacción mutua en el que el hombre moldea el lugar y viceversa. Es por esto la trascendencia de aprender del sitio, si quieres habitarlo (pues tu eres el inquilino allí), ya que es una existencia conjunta, ligada, que conviene entender y respetar.

Me parece además destacable la forma en la que el autor se reafirma en este proceso de  aprendizaje infinito cuando "presagia" la obsolescencia que, inevitable y naturalmente, acabará por afectar a su escrito. Ya que futuros conocimientos "pisarán" los actuales.