Desde mi punto de vista, hacer ciudad y urbanismo es planificar con conciencia y no "a martillazos" desde todos los niveles. Para ello, considero vital crear un código indestructible fuera de lo que es el planeamiento en sí, ya existente. Tarea difícil, pero no imposible, desvinculada de intereses y decisiones políticas sin sentido.

Un código adecuado a cada ciudad o municipio que contemple todos aquellos aspectos de relevancia, como son la historia y el patrimonio, las necesidades reales, la cultura; pero que también avance con las corrientes de actualidad y con previsión de futuro.

Con ello se abriría la ciudad al máximo, dotándola de servicios e infraestructuras adecuadas por barrios o sectores, favoreciendo la “no sectorización discriminatoria”, que tanto daño hace y tan palpable se presenta a nuestros ojos.

Es indispensable hacer partícipes a la ciudadanía en tal planificación, puesto que son los que en definitiva habitan la ciudad, actores principales que deben decidir sobre qué teatro actúan.

Personalmente, la implantación de un código urbanístico con conciencia favorecería la integración y la interacción ciudad-hombre (hábitat-habitante) y consolidaría a las ciudades como lugares más deseables y funcionales donde vivir.

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