La ciudad no es una simple organización de vías y manzanas según unas ordenanzas urbanísticas. La ciudad es un recorrido por la historia y por la manera de vivir de las personas que han pasado por allí.

Precisamente por esto, el arquitecto tiene un papel fundamental en el urbanismo. Debe tener en cuenta su pasado pero adaptándolo a las circunstancias actuales y tiene la misión de decidir por los habitantes del lugar, creando una ciudad que te invite a vivirla.

Uno de los mayores problemas urbanísticos en la actualidad es la polémica que genera la implantación de un edificio moderno en una ciudad histórica. Quizás este rechazo a la arquitectura contemporánea se debe a que el edificio se diseña como un ente aislado que desea destacar en la ciudad más que componerla.

El arquitecto es el responsable de que su proyecto sea aceptado o no por la gente de a pie. Creo que para conseguir ese propósito es fundamental que el habitante sienta que esa construcción constituye su ciudad.

Por eso los arquitectos no podemos limitarnos a plantear un icono arquitectónico. Aunque su interior sea magnifico y cumpla con todas los requisitos, la persona que simplemente pasee por sus alrededores, también debe sentir que ese edificio forma parte de ella. Para eso tenemos que comprender que el trazado del emplazamiento es a veces incluso más importante que la propia construcción.

Esta última cuestión me lleva a las zonas públicas. Aquí intervienen los espacios verdes, el paisaje, los edificios públicos, la accesibilidad, etc. En la época en la que nos encontramos, influye más el presupuesto o la moda que las necesidades de la gente que vive y vivirá en aquel lugar.

Está claro que no podemos pedir opinión a todas y cada una de las personas que en algún momento recorrerán la ciudad, pero sí deben ser tenidas en cuenta. Es fundamental que el espacio sea cómodo para sus habitantes, y esto jamás se puede olvidar.

En definitiva, el arquitecto dota de belleza la ciudad, pero siempre teniendo una serie de criterios presentes. Y es que pienso que lo más importante de un lugar es que sea agradable para las personas que lo habitan, por encima de todo lo demás.