Una ciudad se puede estudiar desde muchos ángulos: historia, geografía, economía, política, sociología, arte y arquitectura, no obstante, la ciudad está íntimamente ligada a la vida por lo que cualquier estudio que realicemos de la misma nunca será del todo correcto. Por este motivo, muchos autores parecen contradecirse; depende del enfoque que predomine en ellos.

Pero, ¿qué es la ciudad? Tampoco es correcta ninguna de las definiciones que se han dado hasta ahora ya que las ciudades son todas distintas y dependen de la vida de sus ciudadanos. Así, podemos hablar, entre otras tipologías, de ciudades privadas (vida doméstica) o públicas (vida en las calles).

No se podría decir que la ciudad sea un conjunto de casas sino más bien una determinada organización funcional que cristaliza en estructuras materiales.

Hay que destacar que la ciudad Española ha intentado conciliar la urbe latina con la sociedad islámica (privada).

Entre las muchas tipologías de ciudades mencionadas por el autor se podrían destacar las “ciudades sin alma” donde aparecen dos elementos fundamentales: el slum y la factoría.

En la factoría encontraríamos los lugares más amenos y de mayores recursos culturales y en el slum (suburbio industrial) estaría el lugar donde el hombre se encuentra por las noches, con la única finalidad de que llegue la mañana para volver a ir a trabajar a la factoría. Se trata de una simple máquina de producción.

Finalmente, la ciudad contemporánea se caracteriza por su desintegración: no es pública ni de campo aunque tampoco se trata de una ciudad dominada por una fuerza espiritual, tiene áreas congestionadas y otras totalmente contrarias, lo que nos lleva a razonar que el hombre, como su ciudad, sufre estímulos muy contradictorios a lo largo del día.